" THUG LIFE!!!!" Dedo medio al aire,
cadenas de oro, blunt en la boca y un comportamiento descontrolado y arrogante….
esa es la imagen prototípica que Tupac ha dejado como herencia a las generaciones
predecesoras de raperos y es la única que de verdad interesa para fines de
mercadeo y de publicidad, la imagen que vende discos.
Por el contrario, poco conocemos de la otra imagen de Tupac, la que inferimos y nos imaginamos a través de sus letras. La historia del niño que casi nace a prisión un mes después de que su madre Afeni Shakur (pantera Negra numero 21) fuese liberada después de haber cumplido condena por planear atentado con bomba, la historia del niño comparte apellido con el activista de las Panteras Negras Assata Shakur (refugiado político en cuba), la historia del que es reconocido como “hijo” por Mutulu Shakur (importante miembro del partido), esa historia es mejor evitarla, es mejor extraer al rapero de su entorno, quitándole así su identidad y poniéndolo al servicio de la industria.
La figura de Tupac es bastante contradictoria, ya que refleja las contradicciones mismas de su tiempo. Tupac es el resultado de las promesas de bienestar social que nunca se cumplieron. La figura de su madre esta presentes en gran parte de su trabajo, pero para entenderlo habría que entender primero el trasfondo social e ideológico que su madre transmite a Tupac desde niño y la manera en como el mismo Shakur nos los transmite a nosotros. Hay que entender quienes fueron los panteras negras y sus aportaciones. El siguiente artículo no es de mi autoría pero se los comparto de manera íntegra porque da una visión global del tema y nos otorga una mejor comprensión del contexto.
PANTERAS NEGRAS ES LA REVOLUCIÓN BABY!
por Albin Senghor
Pocos movimientos revolucionarios de los años sesenta han destilado tanto glamour underground como el Partido de las Panteras Negras, sin embargo, su trayectoria dista mucho de un desfile de moda. Las Panteras crearon uno de los programas sociales de regeneración de los barrios pobres de las grandes ciudades norteamericanas más ambiciosos de su época y fueron el núcleo de una coalición de movimientos revolucionarios con una fuerte implantación étnica y social que llegó a tener cierto peso en la vida pública estadounidense, aunque sólo fuera como amenaza al statu quo. El resultado de la aventura revolucionaria tampoco fue muy chic: más de cuarenta muertos por arma de fuego y cientos de encarcelados.
Por el contrario, poco conocemos de la otra imagen de Tupac, la que inferimos y nos imaginamos a través de sus letras. La historia del niño que casi nace a prisión un mes después de que su madre Afeni Shakur (pantera Negra numero 21) fuese liberada después de haber cumplido condena por planear atentado con bomba, la historia del niño comparte apellido con el activista de las Panteras Negras Assata Shakur (refugiado político en cuba), la historia del que es reconocido como “hijo” por Mutulu Shakur (importante miembro del partido), esa historia es mejor evitarla, es mejor extraer al rapero de su entorno, quitándole así su identidad y poniéndolo al servicio de la industria.
La figura de Tupac es bastante contradictoria, ya que refleja las contradicciones mismas de su tiempo. Tupac es el resultado de las promesas de bienestar social que nunca se cumplieron. La figura de su madre esta presentes en gran parte de su trabajo, pero para entenderlo habría que entender primero el trasfondo social e ideológico que su madre transmite a Tupac desde niño y la manera en como el mismo Shakur nos los transmite a nosotros. Hay que entender quienes fueron los panteras negras y sus aportaciones. El siguiente artículo no es de mi autoría pero se los comparto de manera íntegra porque da una visión global del tema y nos otorga una mejor comprensión del contexto.
PANTERAS NEGRAS ES LA REVOLUCIÓN BABY!
por Albin Senghor
Pocos movimientos revolucionarios de los años sesenta han destilado tanto glamour underground como el Partido de las Panteras Negras, sin embargo, su trayectoria dista mucho de un desfile de moda. Las Panteras crearon uno de los programas sociales de regeneración de los barrios pobres de las grandes ciudades norteamericanas más ambiciosos de su época y fueron el núcleo de una coalición de movimientos revolucionarios con una fuerte implantación étnica y social que llegó a tener cierto peso en la vida pública estadounidense, aunque sólo fuera como amenaza al statu quo. El resultado de la aventura revolucionaria tampoco fue muy chic: más de cuarenta muertos por arma de fuego y cientos de encarcelados.
Autodefensa y derechos civiles
Las Panteras Negras
fueron el resultado de la evolución del movimiento de derechos civiles que, a
lo largo de los años cincuenta y sesenta, había movilizado a negros y blancos
contra la segregación legal y la discriminación cotidiana que sufrían los afroamericanos
en Estados Unidos. Sus fundadores, Huey P. Newton y Bobby Seale, comenzaron su
andadura política en uno de los muchos grupúsculos asociados al Black Power –el
Revolutionary Action Movement (RAM)– que tras el momento álgido del movimiento
de derechos civiles adoptaron una retórica revolucionaria. El RAM se disolvió
en 1965, cuando tres de sus miembros fueron declarados culpables de querer
atentar contra la Estatua de la Libertad, la Campana de la Libertad de
Filadelfia y el monumento a George Washington.
Seale y Newton comenzaron a trabajar en los programas
comunitarios contra la pobreza del ayuntamiento de Oakland y al poco tiempo, en
1966, fundaban el Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa. Como
anuncia el apellido del partido, el proyecto político inicial de las Panteras
estaba centrado en poner en práctica la postura de Malcolm X favorable a la
autodefensa, en un contexto de impunidad policial y fuerte represión en los
barrios negros de las grandes ciudades industriales de Estados Unidos. Y esto,
precisamente, es lo que Newton y Seale desarrollaron con las patrullas de
vigilancia policial. Las patrullas consistían en un grupo armado de Panteras
Negras que seguían a la policía en su ronda rutinaria por el gueto para evitar
que se cometiesen atropellos. Por supuesto, como recordaba Bobby Seale años
después, el celo cívico de los Panteras no pasaba desapercibido a los oficiales
de policía: "En un momento dado, el policía dice ‘¡No tiene derecho a
observarme!’ y Huey le contesta: ‘No es cierto, una sentencia del Tribunal
Supremo de California estableció que todo ciudadano tiene derecho a observar a
un oficial de policía haciendo su trabajo siempre que se mantenga a una
distancia razonable. En esa misma sentencia, se declara que a partir de diez
pies se puede decir que existe una distancia razonable. Yo estoy a veinte pies
de usted y le voy a seguir observando, le guste o no’".
En efecto, aunque cuando se habla de las influencias
intelectuales de las Panteras Negras se suele hablar del Libro rojo de Mao, lo
cierto es que en aquel momento se dedicaban mayormente a estudiar las leyes del
Estado de California y a poner en práctica su derecho legal a ir armados hasta
los dientes, siempre que las armas no estuvieran escondidas. De hecho, por mucho
que pueda resultar un misterio a ojos de la izquierda europea, la primera
aparición pública de las Panteras Negras fuera de sus barrios de origen, en
Oakland, tuvo lugar en un acto reivindicativo a favor del sacrosanto derecho
del ciudadano norteamericano a caminar por la calle con armas cargadas.
Volviendo a Mao, Bobby Seale cuenta que, durante esta primera época, él y Huey
se dedicaban a vender el Libro rojo a estudiantes blancos de Berkeley por un
dólar y a comprar, cómo no, armas con el dinero que recaudaban. Seale asegura
que no lo leyeron hasta un año más tarde.
Las panteras están en la casa
La primera campaña
propiamente política de las Panteras Negras llegó a finales de 1967, tras la
detención de Huey P. Newton acusado de asesinar a un policía. Bobby Seale lanzó
una campaña masiva de apoyo a Newton bajo el lema "Free Huey" que
incrementó la popularidad del partido en los barrios afroamericanos. A partir
de entonces, las Panteras Negras, que habían adoptado el análisis de clases
marxista, se enfrentaron a algunos dilemas políticos que no habían formado
parte de los repertorios del movimiento por los derechos civiles y el Black
Power: el primero todavía estaba muy cargado de connotaciones religiosas,
mientras que el segundo consideraba que el nacionalismo negro era una postura
política suficientemente aglutinadora. En cambio, tanto Seale como Newton
pensaban que el gran reto político al que se enfrentaban los Black Panthers era
la movilización conjunta de un subproletariado negro formado por precarios y
delincuentes y de los trabajadores industriales que componían la militancia
urbana afroamericana tradicional. Según todas las crónicas, ésta fue la clave
del éxito político de las Panteras Negras; unir a obreros, parados y
pandilleros, hombres y mujeres, en un mismo proyecto de emancipación
comunitaria.
Con este fuerte apoyo de base, las Panteras Negras fueron
asimilando tanto los restos del movimiento de derechos civiles como a los
líderes del Black Power. Entre estos últimos, destacan las figuras de Stokely
Carmichael y Eldridge Cleaver, dos notorios activistas que pasaron directamente
a la dirección de las Panteras Negras. Carmichael y Cleaver representaron las
posturas del nacionalismo negro frente al internacionalismo marxista de Newton
y Seale, y siempre recelaron de las alianzas con los izquierdistas blancos y
chicanos. En 1970, Huey P. Newton, acuñó la noción de intercomunitarismo (a
caballo entre la comunidad étnica y la solidaridad más amplia con otros
colectivos) para definir los objetivos de las Panteras Negras en unos términos
que no exacerbaran la división entre las dos corrientes del partido. Más tarde,
el FBI explotaría sin piedad estas divisiones, llegando a provocar mediante sus
infiltrados un tiroteo por el control de los cursos de estudios afroamericanos
en el vestíbulo de la Universidad de California en Los Ángeles.
Sin embargo, era la vía internacionalista y de colaboración
con otros movimientos la que se imponía inexorablemente. El imparable ascenso
de las Panteras era un referente ineludible para la multitud de grupos de
izquierda independiente que surgieron al socaire de la efervescencia
contracultural. Las Panteras Negras fueron la inspiración directa de los Brown
Berets chicanos o de los Young Lords portorriqueños de Nueva York y colaboraron
activamente, entre otros, con los Students for a Democratic Society (SDS) que
estaban organizando las revueltas estudiantiles de estos años, con el
movimiento de jornaleros agrícolas de César Chávez, con los movimientos
pacifistas californianos o con el Frente de Liberación Gay.
En 1968, los miembros de las Panteras Negras dejan de llevar
armas permanentemente, una nueva hornada de militantes procedentes de la
universidad llega al partido y gana peso una línea política que enfatiza la
necesidad del trabajo comunitario en los barrios. En 1969, las distintas
agrupaciones locales de las Panteras Negras ponían en marcha los llamados
"programas de supervivencia", una iniciativa para proveer a los
barrios negros de los servicios sociales que les negaba el Estado. El más
famoso de estos programas fue el Breakfast for Children: los activistas daban
desayunos gratis a los niños antes de que acudieran al colegio. Pronto le
siguieron los programas médicos y dentales, programas de transporte para
visitar a familiares presos y programas de atención a ancianos. Todo un sistema
de welfare militante autogestionado que tuvo una repercusión descomunal. Como
diría Huey P. Newton años después: "Por primera vez desde las rebeliones
de esclavos anteriores a la Guerra Civil, los negros estaban respondiendo a una
organización que intentaba construir instituciones comunitarias y que lo hacía
bajo la bandera de una ideología política que desafiaba directamente a la
democracia capitalista".
De la guerra total a la política local
A finales de 1969,
diez mil niños desayunaban diariamente con los programas de supervivencia y un
noventa por ciento de la población negra apoyaba a las Panteras Negras. En esas
mismas fechas, ya habían muerto por arma de fuego veintinueve miembros del
Partido, entre ellos los líderes Bobby Hutton y Fred Hampton, más de cien
habían resultado heridos y otros tantos estaban en prisión. Aunque la imagen de
las Panteras Negras dando de comer por las mañanas a los niños y por las tardes
enzarzados en tiroteos de más de dos horas con la policía pueda resultar
completamente estrafalaria, esta era la realidad cotidiana del Black Panther
Party a finales de los años sesenta. Aunque el partido fue abandonando
progresivamente el culto por las armas y nunca utilizó la acción armada como
estrategia para conseguir objetivos políticos, el hecho de que llevar armas
cargadas fuera uno de sus hitos fundacionales no ayudó a enfriar la situación,
sobre todo, teniendo en cuenta que las Panteras contaban ya con más de cinco mil
militantes a tiempo completo.
En 1969, el entonces director del FBI, John Edgar Hoover,
estableció que las Panteras Negras y otros grupos subversivos constituían la
mayor amenaza para Estados Unidos. También declaró que había que acabar por
todos los medios con el programa comunista de desayunos para los niños. Las
Panteras Negras pasaron a ser uno de los objetivos centrales del programa de
contrainsurgencia COINTELINPRO y las tácticas de acoso se refinaron: no es que
se acabaran los asaltos a tiros a las sedes de las Panteras, pero se
complementaron con un programa extensivo de infiltraciones para favorecer los
enfrentamientos internos en el partido. Como resultado de estos conflictos y de
la persecución policial, Stokely Carmichael y Eldridge Cleaver decidieron
exiliarse. El primero se instaló hasta su muerte en Ghana, bajo la protección
del líder panafricanista Kwame Nkrumah. El segundo se retiró a Argelia, desde
donde, con los infiltrados del FBI como única fuente de información, acusó
repetidamente de reformistas a Bobby Seale y Huey P. Newton, asegurando que la
situación en Estados Unidos estaba madura para la revolución armada.
En los años setenta, a pesar de que Elaine Brown sustituye a
Seale y Newton en la dirección del partido y la línea política se centra cada
vez más en los programas sociales, siguen los asesinatos, como el de George
Jackson en la prisión de San Quintín, y se producen cada vez más escisiones.
Entre 1972 y 1973 las Panteras Negras dan un giro a su política y se centran en
la política electoral local presentando a Bobby Seale y Elaine Brown a la
alcaldía de Oakland. Para pasmo del partido demócrata, Seale queda segundo
entre seis candidatos. A partir de este momento y hasta los años ochenta las
Panteras irían desvaneciéndose entre la atonía de la política local, los
sucesivos encarcelamientos y las muertes violentas de sus miembros, como Huey
P. Newton que muere asesinado por un traficante de drogas en 1989. A pesar de
este anticlímax final, que comparten con muchos otros movimientos de izquierda
de los años sesenta, el mito de las Panteras Negras ha ido creciendo durante
años y su rastro se deja sentir desde las banlieues parisinas hasta el hip hop
underground. Años despues, Bobby Seale resumiría así las causas del éxito y de
la derrota de las Panteras Negras: "Nos cayeron encima porque habíamos
puesto en marcha una revolución verdadera, desde la base, para la gente normal.
Teníamos un programa articulado y habíamos hecho coaliciones en las que
cruzábamos las líneas de separación racial".
:: Fuente: LDNM
Programa de 10 puntos
En 1967, las Panteras Negras irrumpieron en la escena
política estadounidense con un programa de diez puntos en el que resumían su
ideario político:
1. Queremos la libertad, queremos poder para determinar el
destino de
nuestra comunidad negra.
2. Queremos pleno empleo para nuestro pueblo.
3. Queremos que se acabe la rapiña de nuestra comunidad
negra por parte del hombre blanco.
4. Queremos viviendas decentes, adaptadas al ser humano.
5. Queremos para nuestro pueblo una educación que muestre la
verdadera naturaleza de esta sociedad americana decadente.
Queremos una educación que enseñe nuestra verdadera historia
y
nuestro papel en la sociedad actual.
6. Queremos sanidad gratuita para todas las personas negras
y la gente oprimida.
7. Queremos que todos los hombres negros quedemos exentos
del servicio militar.
8. Queremos el fin inmediato de la BRUTALIDAD POLICIAL y del
ASESINATO de la gente negra.
9. Queremos la libertad para todos los hombres negros
detenidos en las
prisiones y en las
cárceles federales, estatales, de condado y municipales.
10. Queremos que toda la gente negra procesada sea juzgada
en
tribunales paritarios o por miembros de la comunidad negra,
como está
previsto en la Constitución de Estados Unidos.
Queremos tierra, pan, vivienda, educación, vestido, justicia
y paz.